miércoles, 18 de julio de 2007

RETORNOS DEL AMOR EN EL BOSQUE



DESCARRILAN en el bosque, los vagones sombríos
de la noche.
Y en la rosa silvestre se practica,
multiplicando la negrura de sus pétalos, rigurosa.

Tu mirada de leona nocturna;
penetra como una daga devorante,
en mi pobre corazón desnudo.
Y en tus ojos gira la arista insomne
de los recuerdos.
Entonces.
Yo proclamo en nombre de nuestro amor:
Al cereús, la amapola y al garabato.
No admito belleza superior que la flor
del nenúfar.
Cuando la pálida lámpara del crepúsculo.
Flotando sobre las aguas del río,
la sonrosa tenuemente.

Abjuro, de quien daña la flor del tanaceto,
porque sobre las alfombras perfumadas
de sus húmedas hojas.
Suspiramos esperanzados,
nuestra primer e inconclusa cópula.

¡Oh amada, mi bien amada!
¿Cuántas veces hemos nacido y muerto?
Bajo la sombra cómplice del saúco.
¡Tantas amor!
Que ya ni siquiera le tememos a la muerte.

Nuestras sombras equidistantes caminan lentas,
bajo la sombra bondadosa del aliso.
Y se adelgazan como palabras sobreesdrújulas,
escritas sobre un papel blanco,
que se hunden en el agua y se mojan.

La tierra cohabita con las raíces de los árboles.
¡Súbitamente!
Nos lanza un destello amarillo,
que nos ciega.
Es una espiga de trigo que se quiebra, sobre
tu blanco y desnudado cuerpo.
Desparramando aromas de harina leve,
con un cedazo que al filo de la noche.
Le prestó el alba.

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