miércoles, 18 de julio de 2007

ANDÁBAMOS ALEGRES...



Andábamos alegres como dos vacas oyendo música.
Se arrugaron las camisas, volaron los pantalones.
La casa ebullecía con ruidos de enjambre.
De pronto: Un zumbido hiriente emitieron los racimos.

Y cuando quisimos construir nuestra dicha,
con la paciencia y la sensatez de un ciego.
Surgieron amargas lenguas deseando nuestra derrota.
Vendiéndonos bellísimas flores recapadas con espinas.

Pobres solteronas picoteadas de viruela.
Recluidas en histéricas torres sin ventanas.
Empeñadas, en seguir fingiendo sus orgasmos.

Que nadie se atreva a ofrecernos consejos.
Qué nadie murmure palabras ajenas.
Nuestro amor tiene la eternidad de la lluvia o un beso

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