jueves, 19 de julio de 2007

AMOR, VENIMOS DE UNA CIUDAD...


Amor, venimos de una ciudad perdida y ajena
donde las calles se computan por escalas duras
pudimos ser felices y sin embargo,
nuestra casa se pobló de miel oscura.

Una ráfaga de sal manchó tu pelo.
Dos lunares inauditos brotaron en mi cara
Era el cansancio del trabajo, trabajando en mì rostro
A veces, la pobreza giró por rincones entorpecidos de sombras.

Y cuando me dispuse a tocar tu cabellera
El tiempo nos atrapó en sus poleas salvajes
¡Y allí , el amor, no pudo soportar tamaño movimiento!

Amor, venimos de una ciudad perdida y ajena
Ahora solo somos, serás, y seremos sometidos
al mandato vacilante y atroz de la costumbre.

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