La felicidad bien puede ser la cara oculta de la luna.
Ese lado insondable que no cultivamos,
porque creemos que no existe.
La felicidad bien pude ser el verbo:” no puedo”,
trocado por un trozo de pan, una caricia,
o una oportuna dádiva.
La felicidad pudiera ser una frente llena de espinas.
Si con las gotas rojas de nuestras heridas,
saciamos la sed de alguien
Un desprecio por las sumas y las cosas conocidas
Un acto de arrojo, o un perdón tardío
que refresca a un alma que esperaba.
O quizás, la cesión de todas mis pertenencias,
buscando cambiarlas por la nada,
O comprar el tiempo preciso que me permita
degustar el sabor del agua,
o el aroma de la lluvia sobre la tierra mojada.
Una inflexión en mi camino que me inclina al mar,
a la montaña, o a esa diminuta esquina,
donde ayer pensaba; que la llama del amor
una vez encendida duraría para siempre.
Solo pido que mañana, cuando los cascotes
de los que me quieren resuenen en mi tumba.
Ningún escuálido y voraz gusano, penetre en mi cerebro,
para devorarme este pensamiento que me hace y me hará feliz,
(creo) aún, después de muerto.
Ese lado insondable que no cultivamos,
porque creemos que no existe.
La felicidad bien pude ser el verbo:” no puedo”,
trocado por un trozo de pan, una caricia,
o una oportuna dádiva.
La felicidad pudiera ser una frente llena de espinas.
Si con las gotas rojas de nuestras heridas,
saciamos la sed de alguien
Un desprecio por las sumas y las cosas conocidas
Un acto de arrojo, o un perdón tardío
que refresca a un alma que esperaba.
O quizás, la cesión de todas mis pertenencias,
buscando cambiarlas por la nada,
O comprar el tiempo preciso que me permita
degustar el sabor del agua,
o el aroma de la lluvia sobre la tierra mojada.
Una inflexión en mi camino que me inclina al mar,
a la montaña, o a esa diminuta esquina,
donde ayer pensaba; que la llama del amor
una vez encendida duraría para siempre.
Solo pido que mañana, cuando los cascotes
de los que me quieren resuenen en mi tumba.
Ningún escuálido y voraz gusano, penetre en mi cerebro,
para devorarme este pensamiento que me hace y me hará feliz,
(creo) aún, después de muerto.
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