Dedicado a mi esposa
A VECES te miro, serena y dormida
Tu boca cerrada poder contemplar
Mis manos delgadas, en tendido vuelo
Sentir que se baten como olas del mar
Y adonde ellas tornan, no te toco a ti
Sino a tu voz, tu risa, un suave mirar
Que me pliegan, como a un rigido dios
¡Y seguir buscando y volverlas a hallar!
A veces descubro, una sombra en tus ojos
Como si una pena quisieras callar
Pero basta que un beso mío los cierre
¡Para que se alegren y poder cantar!
Otras veces me hablas, como presintiendo
Palabras divinas, que no se apreciar
Discursos prudentes, ideales, sencillos
Pensar que no debo dejar de escuchar
Sentirte pequeña, humilde, risueña
Y por tales bienes, jamás humillar
Y al llegar el día de la postrer sombra
Cuando nuestros cuerpos, juntos...sepultar
Y pasado el tiempo que todo lo muda
¡Cenizas serán, que aún, pudiéranse amar!
Tu boca cerrada poder contemplar
Mis manos delgadas, en tendido vuelo
Sentir que se baten como olas del mar
Y adonde ellas tornan, no te toco a ti
Sino a tu voz, tu risa, un suave mirar
Que me pliegan, como a un rigido dios
¡Y seguir buscando y volverlas a hallar!
A veces descubro, una sombra en tus ojos
Como si una pena quisieras callar
Pero basta que un beso mío los cierre
¡Para que se alegren y poder cantar!
Otras veces me hablas, como presintiendo
Palabras divinas, que no se apreciar
Discursos prudentes, ideales, sencillos
Pensar que no debo dejar de escuchar
Sentirte pequeña, humilde, risueña
Y por tales bienes, jamás humillar
Y al llegar el día de la postrer sombra
Cuando nuestros cuerpos, juntos...sepultar
Y pasado el tiempo que todo lo muda
¡Cenizas serán, que aún, pudiéranse amar!
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