Tal vez no sabes que te sigo amando,
y que aún recuerdo tus manos de harina
volando sobre la mesa del hogar florido.
Cuando un viento de pobreza, por una ventana oscura,
me arrastró hacia las latitudes duras:
tu lealtad era la polea trabajando en mi sangre.
Ahora, reunidos, después de sortear el mar y las raíces,
nuestros hijos (como animalitos perdidos)
deambulan día y noche por nuestro dormitorio,
quieren preguntarnos y no se atreven,
los acecha una melancolía de rostros borrados por la lluvia,
y el contraste de las lánguidas viejas,
olvidadas en desdichados balcones sin música,
a las que les robaron el color de aquellas flores: y no lo saben.
y que aún recuerdo tus manos de harina
volando sobre la mesa del hogar florido.
Cuando un viento de pobreza, por una ventana oscura,
me arrastró hacia las latitudes duras:
tu lealtad era la polea trabajando en mi sangre.
Ahora, reunidos, después de sortear el mar y las raíces,
nuestros hijos (como animalitos perdidos)
deambulan día y noche por nuestro dormitorio,
quieren preguntarnos y no se atreven,
los acecha una melancolía de rostros borrados por la lluvia,
y el contraste de las lánguidas viejas,
olvidadas en desdichados balcones sin música,
a las que les robaron el color de aquellas flores: y no lo saben.
4 comentarios:
José cuantas lunas sin verte amigo y hoy me sorprendo con tu poema , bello y profundo como siempre, como antes. Una alegría volver a leerte.
Mis saludos
Cecy
Gracias poeta, es un honor que tú pases por mi blog de poesía, y me efectúes comentarios tan halagadores.
Te envío un fuerte abrazo
Josepanton
Tocayito feliz de verte nuevamente , leerte es mi mayor placer, ven mas seguido porfa, besitos
Un poema impregnado de nostalgia, escrito impecablemente. Te felicito.
Vickie
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