viernes, 17 de agosto de 2007

ANEGADA EN EL PÁLIDO...




Anegada en el pálido eco de tu voz errante,
mi alma danza en remolinos de furia.
Ah vasta red de pájaros allá arriba,
como flechas encendidas se estiran en el aire.
El mar es una alfombra azul de húmedas hojas cuajadas de rocío.
Ah tu risa disparada por el gatillo de tus labios; indiferente,
como la arena o la roca o el agua; al que se hunde.
Como gladiolos blancos semejantes a nubes, viajan mis manos volando.
De mi boca salen preguntas apenas temblando: Qué hay detrás de ti mujer?
En qué hombros encallaban tus brazos antes de que yo te amara?
De dónde vienes? Qué callas?
Cuando tus párpados se cierran suelen ser más tristes las tardes.
Mujer de media arrugada, deshilachada y yerta; corazón de tiza,
y camisa arañada por mis frágiles uñas embarazadas de hambre.
Pero tu pasado llega y forcejea conmigo, haciendo girar en tus ojos su hélice más fría.
Entonces, yo: dibujo rojas rayas en tus pupilas, que albergan tus infinitos ojos nocturnos, y que ondulan c
omo las espigas en los campos del enjambre.
Oh mi voz que trepa por las breves escalas de tu oído.
Yo sólo quiero decirte: Que me quieras, como yo quisiera que tú me quisieses. Como yo tan sólo aspiro a quererte.
Y mientras el viento ahuyenta las frágiles mariposas de las playas.
Mujer; yo te pregunto: De dónde vienes? Qué ocultas tú? Qué ocultas tú? Qué callas?

jueves, 2 de agosto de 2007

MIENTRAS MUERDO TU BOCA DE SANDÍA


Mientras muerdo tu boca de sandía,
el cielo se desgrana en oblicuos rayos de oro.
El viento del hastío me trajo el eco de tu voz dormida,
cubriendo de rocío fresco las ventanas de mi vieja guarida.
Pájaro en calma, de sutil y cautivante vuelo.
De tus inmóviles ojos emigran a veces girantes sueños,
que al reflejarse en los míos como la luna en los geranios,
danzaban su clave de sol en la penumbra del alba.
Nube viajera que pasa.
El mar...el mar, los menesteres de la vida, el cielo.
Lagares preñados con las dulces uvas de un cerro lejano.
Tu ausencia es de quejumbre, de bruma loca..!.
Tiene la melancolía de una casa pobre,
construida con pálidos ladrillos de barro.
A veces, suele ser más triste que un viaje.
En el horizonte detrás de tu mirada,
cuando los vientos fríos del sur la arrastran,
veo desperezarse a las llamas del crepúsculo como a una espuma.
Más allá del crepúsculo, inclinada hacia la tarde,
se inflama y se agita callada mi alma.