jueves, 2 de agosto de 2007

MIENTRAS MUERDO TU BOCA DE SANDÍA


Mientras muerdo tu boca de sandía,
el cielo se desgrana en oblicuos rayos de oro.
El viento del hastío me trajo el eco de tu voz dormida,
cubriendo de rocío fresco las ventanas de mi vieja guarida.
Pájaro en calma, de sutil y cautivante vuelo.
De tus inmóviles ojos emigran a veces girantes sueños,
que al reflejarse en los míos como la luna en los geranios,
danzaban su clave de sol en la penumbra del alba.
Nube viajera que pasa.
El mar...el mar, los menesteres de la vida, el cielo.
Lagares preñados con las dulces uvas de un cerro lejano.
Tu ausencia es de quejumbre, de bruma loca..!.
Tiene la melancolía de una casa pobre,
construida con pálidos ladrillos de barro.
A veces, suele ser más triste que un viaje.
En el horizonte detrás de tu mirada,
cuando los vientos fríos del sur la arrastran,
veo desperezarse a las llamas del crepúsculo como a una espuma.
Más allá del crepúsculo, inclinada hacia la tarde,
se inflama y se agita callada mi alma.

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