Incómoda, como moneda de un centavo,
la tapera, lastre para el ombú que la cobija,
es un obstáculo para la tarde.
La noche se prolonga en el hollín
de las achaparradas pavas.
Sobre el fogón: una sospechada yesca,
dos mazorcas desgranadas
y una botella de aguardiente.
Una perra barcina, harta de no estar nunca harta,
forcejea impertérrita con un salobre charqui.
forcejea impertérrita con un salobre charqui.
Detrás de unos trastos,
profiriendo súplicas e insultos,
hállase una vieja desdentada.
A lo lejos,
el galope sordo de un indio que cabalga.
Que va o viene.
¡Nunca se sabe!
¡Nunca se sabe!
2 comentarios:
-JOSESITO, AMIGO: RECIÉN HE PODIDO VER ESTE POEMA, QUE ES TAN BRILLANTE Y CARO A NOSOTROS, QUE HEMOS CRECIDO LEYENDO ESTAS COSAS E IMAGINÁNDONOS ESTOS MARAVILLOSOS PERSONAJES. TE FELICITO Y TE MANDO UN ABRAZO DESDE AQUÍ.
JOTACET
Gracias Jotacet por entrar en mi blog, tus comentarios son muy apreciados siempre.
Te envío un fuerte abrazo desde España.
José
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