Gaviota de los ojos hundidos.
Gaviota moribunda de alquitrán y de silencio.
Mientras pides explicaciones a los hombres, sedientas dunas
se prenden a tus patas descalzas.
Es abril y llueve…
De las barcas hundidas, los mástiles asoman.
Me vigilan con sus ojos fijos los peces
Y sobre un muelle abandonado, apenas zurea una paloma.
Estoy aquí, aprisionado entre las fuerzas
paralelas de las olas y las rocas desveladas.
¿Pero dónde está mi alma?
¡Busco rescatarla en el tajamar de tu mirada!
¡Allí va…!
Grité trisando con mi voz, el vaho que ciñe la playa.
¡Es ella, es ella!
Alta y lánguida y blanca y camina: altiva nube.
La reconozco, la olfateo, la persigo a través del crepúsculo.
Pero nunca la alcanzo.
Sólo sé que, de vez en cuando, se da vuelta
Y con ojos, de gaviota moribunda, callada, me mira.