lunes, 7 de noviembre de 2011

LA APARECIDA



Era la noche del solsticio de invierno: noche de inquietud y frío.
Era la noche en que te esperaba el bello frontispicio, de mi casa, para envidiarte.
Era la noche en la que se agitaba la negra herida lateral de los pantanos.
Era la noche donde las mayólicas de mi cuarto, alborotadas, danzaban su danza de sílice y cenizas calcinadas, esperándote…
Era la noche en donde los corceles de mi memoria cabalgaban desbocados hacia los confines del recuerdo.
Era la noche en donde mi silencio contrastaba con el bullicio de las altas olas nocturnas.
Yo te esperaba...
Tú me prometiste que vendrías.
De pronto apareciste, como un ladrón en la noche.
Y me robaste el alma.