miércoles, 30 de diciembre de 2009

MAIPÚ 2171


Razones y llaves extrañas habitan ahora esta casa:
ayer vi un par de innovaciones, y se cerraron mis ojos.
Casa de mis padres en la que aún hoy siento
el ruido mojado de la lluvia sobre sus tejas.

Otros son sus dueños, y otras manos
abren de su portón gastado, el viejo picaporte;
yo solía por las noches, rebasarlo sigiloso
con mis diminutos y borrosos talones.

Casa de mi adolescencia, casa de la dicha y la agonía.
Hoy vuelvo como un ave ciega a tocar sus muros,
y percibo como una gota de miel desenterrada

(de mi memoria) derrama para mi madre, ya muerta:
un jazmín blanco en su añorado jardín; mientras escucho
su voz, invitándome, a la hora alegre y absolutoria del mate.