sábado, 13 de octubre de 2007

DORMIDA ERES TAN ÁUREA


DORMIDA eres tan áurea como el ámbar dormido,
y en el temblor de tus pestañas,
veo renacer tus infinitos sueños,
dormida eres irresistiblemente nocturna,
etérea, dorsal, como un archipiélago fundado con espumas.

Dormida vas buscando la luz azul de tu universo,
y al reposar mis dedos sobre tus lánguidos ojos,
siento el pulso de un ancho y caudaloso río,
que me arrastra incesante, hacia la brusca corriente de los besos.

Y mientras te despiertas de tus sueños ya soñados,
mi ciego corazón confirma tu presencia,
a través de la adicciòn crepuscular de tu mirada.

Sueña bienamada, sigue, sigue soñando!
hasta que anclada entre tus brazos y mi sombra,
mi boca corone embriagada, la cima dormida y dulce de tus labios.

MIRA...


Mira los albaranes impagos gritando en la cocina.
Mira la hipoteca hipotecada y vuelta a hipotecar.
Mira la infinita tasa del euribor,
publicada por hombres vestidos de gris,
que de vez en cuando; miran.
Mira los artículos fiscales
de la compilación legislativa,
carcomiendo como las polillas:
trajes, viajes, dentrìficos y zapatos.
Mira la reforma laboral regulativa,
construyendo ruidosos relojes, y dudosos almanaques.
Mira el exceso de las horas extras trabajadas,
diagramando impertérritas, la vejez en mi cara.
Mira adónde se fue nuestro hijo,
porque una mancha de óxido acabó ayer con su cama.
Mira los vidrios rotos y escucha a las arañas
de noche llorar en las cañerías.
Mira como el cartero nos abre un túnel,
por donde viajan los ecos
de diversos mensajes desdichachados.
Mira la hendidura a destiempo,
de los nunca completados alcancías
Mira la letra pequeña, sutil, y confusa;
de todos los contratos firmados
por la urgencia y el miedo.
¡Mira, mira, mira, mira!
Bienamada: ¿Ya has mirado?
Pues bien: esas son las cosas que me alejan de ti.